Nazanin Armanian

Para el diario Publico

13 de junio del 2009
Espectacular y nada histórico, el discurso del presidente de EEUU en El Cairo fue el anuncio del regreso a la política de alianzas de Washington con la derecha religiosa, adaptada a la agenda actual de su diplomacia que prioriza contener el avance de China y Rusia en Asia y África: estrategia fructífera empleada antaño contra la URSS desde Afganistán hasta Polonia. El nuevo hombre de Dios, desde un centro teológico, hablaba de un EEUU cristiano-musulmán, invitando a jeques y sultanes a aliarse con el Imperio. El Elegido: Egipto, primer país árabe que firmó la paz con Israel, y no Indonesia, principal Estado musulmán del mundo. Allí, Husein Obama hacía del Islam el inicio de la historia de Oriente Medio, borrando de un manotazo Persia y Babilonia, cunas de la civilización humana.
Mantuvo la fe como actor político para abortar todo intento de quienes allí exigen su separación del Estado, y reclamó más libertad religiosa, omitiendo el penoso estado de toda clase de libertades. Llegó el turno de justificar la invasión a Afganistán, y de nuevo el 11S, como si la presencia de un grupo terrorista en un país fuese motivo para su bombardeo. ¡Cuesta confesar que lo han ocupado por su posición estratégica! El sensible Presidente sufrió un “enorme trauma” por las casi 3.000 víctimas del atentado, pero no le conmueve que su país haya destruido la vida de unas 50 millones de almas en Irak y Afganistán, haya matado, secuestrado y torturado a miles, dejando tras su paso millones de viudas y huérfanos que no han recibido ni indemnización, ni un sólo perdón. Al igual que Bush, presenta las guerras por los recursos como disputas religiosas.
Obama compadece a los palestinos por su “búsqueda de una patria”, ignorando que este pueblo tiene una patria milenaria de la que ha sido expulsado. Ante el sufrimiento de los niños tanto hebreos como palestinos, parece que para Obama el dolor duela menos según el origen de uno. Dentro de su plan de crear un frente árabe contra Irán, omitió el adjetivo Pérsico del estratégico golfo, para complacer a los árabes que niegan una de las más antiguas referencias geográficas del mundo. Sin referirse al arsenal nuclear de Israel, advirtió a Teherán sabiendo que las armas de destrucción masiva de Irán no existen. “Todo orden mundial que eleve a una nación o grupo de personas sobre otro fracasará inevitablemente”, Barak Obama.