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Los que repiten que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, además de desconocer la historia humana -en la que recolectar, fabricar herramientas y cazar aparecen como las primeras profesiones-, pretenden colar la maléfica idea de que “así ha sido y así será siempre”. Además, los hombres debían pagar con algo los servicios sexuales recibidos si no querían recurrir a la violación. La prostitución así, ha sido la opresión más antigua de un mundo en el que, como hoy, reinaba la ley del más fuerte (ver: Así montaron la prostitución).
La convicción del movimiento feminista de la década de los 80 de que “la prostitución explota la falta de opciones de supervivencia de las mujeres” se ha resquebrajado y hay sectores de mujeres que apoyan la legalización.
Para que exista tal industria es necesaria la convergencia de varios factores:
Las desigualdades económicas, étnicas, raciales y de género dentro de cada sociedad y entre las naciones, con una milenaria cultura misógina, y la mercantilización de la mujer que han normalizado su cosificación.
La pobreza extrema de decenas de millones de niñas y mujeres y la ausencia de otra posibilidad de sobrevivir que no sea alquiler su cuerpo ha lanzado, por ejemplo, a 20 millones de mujeres indias al negocio de sexo a cambio de dos dólares al día, o a cientos de madres pakistaníes a entregar a sus hijos e hijas de corta edad a proxenetas para que el abusador les dé un plato de comida, mientras su gobierno ha invertido cientos de millones en su bomba nuclear. De hecho, las mafias internacionales han convertido el Sur en su principal reserva de cuerpo para el Primer Mundo: Cerca del 70% de las mujeres prostituidas en España (país europeo con mayor número de usuarios del sexo por pago), son extranjeras. En Inglaterra, de las 80.000 mujeres prostituidas sólo el 19% han nacido allí.
Datos escalofriantes
Se estima que 40 millones de niñas, niños y mujeres que han sufrido pobreza, conflictos armados, guerras y desastres naturales son prostituidos en todo el mundo, sirviendo a un promedio de 25 hombres por día, sin jaqueca que valga. Mientras, la demanda de carne fresca de todas las edades, etnias, cuerpos y medidas, como si fuera un producto más, no para de aumentar.
La edad de la “la mercancía” oscila entre 6 y 25 años. Sólo en Nueva York, unas 4.000 niñas (el 75%, negras) “hacen la calle”. De hecho, la edad media de las que ingresan en las filas de las 2 millones de mujeres prostituidas de Estados Unidos ha sido de 13 años. Muchas habían huido de casa por los malos tratos y abusos sexuales, como “Iris”, la niña de 12 años del personaje de Jodie Foster en “taxi driver”.
El 75% de las que terminan en la prostitución, no son conscientes de su destino.
Son menos del 10% las que en Europa, se prostituyen de forma voluntaria.
Esta industria mueve 108 mil millones de dólares al año, más que el tráfico de armas, dinero que obviamente no entra en el bolsillo de quienes producen este beneficio.
Jack el destripador y Julia Roberts
“Pretty Woman” ha sido una de muchas películas con apología de un negocio criminal, que de paso consolida la división del poder y del papel del hombre y la mujer: ¡Mujeres! aunque os hayan colocado en el estrato más bajo de la pirámide social, los milagros existen y siempre puede caer un Richard Gere –rico, guapo y algo culto- en vuestras vidas!
Fuera de la ficción, sin embargo, abundan hombres alcohólicos, malolientes, violentos, y asesinos en serie.
Mienten cuando insinúan que una puede, incluso de forma glamorosa, rápida y fácil, hacerse rica alquilando su cuerpo. No nos cuentan que, si detrás de cada una de ellas hay un chulo (familiar o extraño) maltratador, violador y torturador, en frente y al lado suelen aparecer los Jack el destripador. Estas mujeres tienen la mayor estadística de la mortalidad prematura. La posibilidad de que sean asesinadas es18 veces más que la población general. En San Francisco (EEUU), el 82% habían sido amenazadas con armas, y un 68%, violada mientras hacían la prostitución. Entre 1975-1983 en éste país a manos de tan solo dos individuos, Gary Ridgway y Robert Hans, murieron 69 mujeres prostitutas. En la última década en Inglaterra, fue arrancada la vida de 60 de ellas.
No busquen aquí a la Julia Roberts, que cuando el “cliente” la humilló, cogió su bolso y su dinero para marcharse. En la vida real, hubiera acabado con varios dientes y costillas rotos, ya que “el cliente siempre tiene razón”.
Las 4 propuestas
Ante esta patología social, el movimiento feminista se ha dividido en partidarias de:
1. La despenalización: suprimir las leyes que prohíben la intervención del Estado para facilitar la transacción “libre” del cuerpo de la mujer, y así “minimizar los daños” que sufren. Ejemplo, el Estado Victoria de Australia.
2. La prohibición: aboga por castigar a las mujeres y a sus usuarios.
3. La legalización: distingue entre la prostitución “libre” de la “forzada”. Pide que el Estado imponga normas al negocio, en el que las “trabajadoras del sexo” en los burdeles gestionados por los “empresarios” puedan ofrecer su cuerpo a los “clientes”. Afirman que la prostitución es un oficio como otros y es una elección legítima.
4. La abolición: considera la prostitución parte del crimen organizado y una vertiente de la violencia masculina hacia niñas y mujeres capturadas y tratadas como esclavas. Propone que sea un delito, mientras se ayuda (con empleo, vivienda, etc.), a las mujeres y se perseguir a los usuarios y los proxenetas. Suecia, como ejemplo, donde se distingue entre el ofrecimiento del sexo a cambio de lo que sea a título individual, y otra “legalizar” una industria.
Falsas alternativas
Es una estafa hablar de la “libertad de decisión” en el salvaje mercado donde impera la ley del más pudiente. La legalización no cumple con sus objetivos, porque:
* La prostitución no es una opción elegida por la mujer entre otras tantas como arqueología, ingeniería, docencia, es incluso en el caso de las “voluntarias” el último recurso de una mujer desesperada. Una senegalesa, madre de 4 hijos, dice que el precio de hacer sexo oral a cinco hombres equivale a un paquete de lentejas. ¿Dónde demonio esto es una “opción”?
* Menosprecia la maldad y la fuerza de la industria criminal del negocio del sexo. En Victoria (Australia), se disparó el tráfico de mujeres y sobre todo el de las niñas, –raptadas, compradas o engañadas; hizo bajar los sueldos de las chicas, aumentó el número de burdeles que además empezaron a ganar 1 millón de dólares australianos por semana. Ni siquiera disminuyó el número de afectadas por las enfermedades de transmisión sexual, ya que muchos “clientes” desde el poder que les otorga el dinero, se negaban a utilizar la protección; tampoco les proporcionó mayor seguridad, ni les salvó de las violaciones y palizas. El número de burdeles aumentó de 40 hace una década a 178 actuales. Y curiosamente, lo que más creció fue el sector ilegal. La renta de los 100 burdeles sin licencia (sexo telefónico, pornografía, etc.) supera a la del sector legal.
Lo que ha prosperado en Australia ha sido el turismo sexual, que goza de la promoción estatal, y factura unos 1.200.000.000 de dólares. ¿Para qué hay que crear otro tipo de empresa y puestos de trabajo?
Cambiar el término de “prostituta” por el “trabajadora sexual, y “traficantes y alcahuetes” con el “empresario” sólo engaña a los burgueses que desde sus cómodos sofás, piensan en una minoría absoluta de mujeres de la clase media y alta que utilizan sus webcom o el “Sálvame de Lux” para promocionarse. Algunas de ellas cuando quieren pueden salir de este agujero, y aunque lleguen a ser Madams “emprendedoras” explotarán a miles de congéneres pobres.
El 90% de estas mujeres son retenidas mediante el empobrecimiento, la drogodependencia, palizas, brujería, la “servidumbre por deudas” -por las que las obligan a tener sexo con un mínimo de 500 hombres para liberarse….si sobreviven.
Si este es un oficio, será en el que más riesgo de morir tienen sus “empleadas”: En EEUU, esta posibilidad es de 204 por 100.000, comparando con trabajos con mayor peligro del país que es ser taxista, el 29, o vendedora de licores, el 4 por cada 100.000.
Se supone que con la legalización, el Estado a cambio de recaudar impuestos ofrecerá a las mujeres el derecho a sindicarse, tener un contrato, un techo (el burdel), un seguro médico, y una vez jubiladas, una pensión. ¡Falso! Si los hombres trabajadores en Occidente, a pesar del respaldo de potentes sindicales no consiguen sus derechos, ¿cómo millones de mujeres aterrorizadas, raptadas, violadas, apaleadas y encadenadas por las amenazas a sus familiares, pueden defender, desde una absoluta inferioridad, un “contrato”? Paso seguido, podrá ser, ofrecer a “los niños de la calle”, negociar muy libremente con honorables empresas de Nike, Addidas o Zara, primero en Bangladesh como, y luego en Grecia y España.
¿Es un oficio entregar tu cuerpo para satisfacer al otro, siendo la espectadora de un acto repetitivo y violento, teniendo en cuenta que incluso dentro del matrimonio, las relaciones sexuales no deseadas, son consideradas “forzosas”, violaciones?
En los Países Bajos, esta fórmula ha mantenido el mercado negro de la prostitución callejera, que en el 75% la forman las inmigrantes víctimas de la trata, sin papeles o con pasaportes retenidos. La legalización se ha hecho para el control de las mujeres, encerrarlas en los burdeles, y limpiar las calles de las fulanas y rameras, protegiendo la hipócrita moral social. No han conseguido ni esto.
En el 2009 dos hermanos fueron juzgados por forzar un centenar de mujeres a la prostitución en el barrio rojo de Ámsterdam. Habían sido traídas de países en conflicto o reclutadas de familias rotas, alcohólicas, víctimas de abusos sexuales… En Alemania, unas 400.000 prostitutas sirven a 1.200.000 hombres al día, produciendo un beneficio anual de 18 billones de dólares anuales. Demasiados billetes para que el Estado se preocupe por las mujeres.
¿Significa la legalización que el INEM puede ofrecer este “trabajo” a las mujeres, para 3 o 6 meses, con un periodo de prueba de 15 días? ¿Hay que echar currículo o qué? ¿Querrán los políticos ineptos que sus hijas tengan este digno trabajo?
Favorece al blanqueo del dinero ilegal y por lo tanto a la banca.
Al implicarse el Estado, toda la nación se convierte en la cómplice de la esclavitud de los cuerpos y almas machacadas infantiles y adultas. Una preocupación menos para algunos gobiernos que así podrán enviar a sus fuerzas de represión a desahuciar a las familias (potenciales reservas del negocio de prostitución), y reprimir las protestas obreras.
Una vez eliminadas las barreras éticas y legales, las mafias han llevado a mujeres embarazadas a los burdeles, creando una nueva línea de oferta. Es así que desde varios países europeos piden la legalización de pedofilia. ¡Está es la libertad y lo demás, tonterías!
¡Sí a la abolición!
La experiencia de Suecia, en general, ha sido un éxito. Desde 1999 ha conseguido reducir el número de las mujeres prostituidas y los consumidores en un 50% y ha puesto fin a la trata de mujeres y niñas extranjeras.
En una sociedad justa, la prostitución es incomprensible e innecesaria. Y por una absoluta minoría de las “prostitutas por opción”, la legalización no terminará con el abuso, sino lo legitimará.
http://blogs.publico.es/puntoyseguido/1207/infinitas-razones-para-no-legalizar-la-prostitucion/