Nazanin Armanian

Publico.es

El pasado 9 de julio, EEUU y Rusia anunciaron el inicio de un nuevo alto el fuego en el suroeste de Siria, que en caso de tener éxito se extendería al resto del país. Claro que si fuera una guerra “civil” como afirman los medios de masa, deberían haberlo negociado las partes enfrentadas sirias y bajo la supervisión de la ONU, que no las dos potencias mundiales, previo consultas con Israel y Jordania. Del acuerdo y su letra pequeña  se desprende que:

  1. Habrá una “zona segura”, que incluye Deraa, Quneitra y Suweida, que no casualmente está bajo el control de los rebeldes y terroristas y ubicada en las fronteras de Siria con Israel y Jordania.

  1. Los combatientes extranjeros respaldados por Irán, incluido Hizbolá, se deben retirar de las proximidades de los Altos del Golán ocupados por Israel. De hecho, proteger a Israel y contener a Irán son los principales objetivo de EEUU, mientras para Jordania es repatriar los 650.000 refugiados sirios.
  2. Cada fuerza armada debe permanecer en la zona que controla: impidiendo al ejército sirio recuperar los territorios ocupados por sus enemigos, y convertir la partición de facto del sur de Siria en una permanente. Esto se llama “la partición blanda de Siria”.
  3. La medida corta la vía terrestre del acceso de Irán al Líbano y, por ende, su capacidad de proteger al Partido de Dios, el Hizbolá.
  4. La seguridad de esta zona está a cargo del ejército ruso, que será monitorizado desde Jordania. Luego, en coordinación con EEUU, se daría partes a Damasco, y a Ankara, Teherán, Riad y Doha. Que Israel afirme que no se fía de los rusos y pida que sean los estadounidenses quienes se instalan en esta zona, “huele” y mucho….

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