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Yo, Salman, hombre y rey todo poderoso de Arabia autorizo a  las mujeres conducir sin el permiso de los hombres plebeyos, siempre y cuando me obedezcan y se sometan a mis condiciones”; éste es el contenido del último decreto del monarca saudí, anunciado con bombo y platillo, como si hubiera enviado a una mujer a Marte, pero hay que recordar que la egipcia Latifa Alnadi ya pilotaba un avión en 1933, y la soviética Valentina Tereshkova condujo una nave espacial en 1962.

Que la prohibición de conducir en Arabia no incluyera a las mujeres extranjeras —occidentales y las de la región—, ni a las beduinas, demuestra que se trataba de una medida política contra las mujeres de las zonas urbanas, abanderadas de la lucha feminista del país, que llegaron a combinar coger el coche y pasear por las calles, provocando así al régimen, con compartir entre varias un automóvil de Uber y disfrutar de la ficción de la libertad de movimiento.

Que el rey haya encargado a una amplia comisión para que en junio de 2018 (¿Por qué no desde ya mismo?) …..

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