Nazanin Armanian

30 Julio 2017

Imagínense un campo de concentración con dos millones de personas, sin posibilidad de salir. Piensen en unos carceleros que entre otros objetivos estudian el comportamiento humano en situaciones al límite y para ello recurren al uso cotidiano del terror, la tortura y aislamientos durante un largo periodo de tiempo; privación de alimentos y medicamentos; derruir las viviendas (teniendo en cuenta que el ser humano es madriguera), destruir el resultado de su durísimo trabajo (aplicando una ‘Ecocidia’ sistemática y arrancando unos 2.000.000 de árboles frutales después de golpear y asesinar a decenas de mujeres y hombres campesinos); impedir que reciban agua y luz suficientes, que trabajen, que tengan ocio, que se relajen sometiéndoles a diferentes grados de estrés; lanzarles toneladas de bombas, misiles y sustancias químicas como el fósforo blanco, no sólo para eliminar la población sobrante del campo, sino también para analizar el estado de shock y el complejo sentimiento de dolor y sufrimiento de los supervivientes al ver con impotencia el cuerpo destrozado de sus hijos, de sus seres queridos delante de sus ojos.

A estos experimentos iniciados hace 10 años en Gaza, como en un macabro Reality Show, los israelíes han añadido uno nueva prueba: simular la Edad de Piedra, cortándoles las horas de electricidad de 7 a 2,5 horas al día, para ver cómo conservarán los bancos de sangre o como se mantendrán con vida los recién nacidos en las incubadoras, los enfermos de cáncer o los pacientes en diálisis; cómo aguantarán el calor asfixiantes de este verano sin ventiladores o conservarán los alimentos sin nevera, o cómo depurarán el agua para lavarse, cocinar, regar sus cultivos, etc.

Los destartalados generadores de los hospitales no han podido salvar la vida de una veintena de pacientes, entre ellos Yara, una bebé de tres años. La única planta de energía de Gaza cerró en abril por falta de combustible, y desde entonces, Israel se ha convertido en su proveedor de electricidad.

Pero, Tel Aviv aunque es el principal responsable de esta tragedia, no es el único. La nueva medida ha sido solicitada por la Autoridad Palestina (AP) que así pretende castigar a Hamas por el impago de las facturas de luz de Gaza. El castigo colectivo está a la orden del día… Aquí hay un pulso entre la burguesía palestina por el poder a expensas de millones de compatriotas desharrapados: se trata de la lucha de clase en el medio de un movimiento nacional de liberación contra el colonialismo israelí.

Para no olvidar los orígenes de la crisis

El bloqueo significa que los soldados de ocupación impidieran a Rula Ashtiya, a punto de dar a luz, y su marido el paso para llegar a un ambulatorio. Dio a luz tirada en el suelo y ante las miradas indecentes de aquellos hombres armados. El bebé murió y sólo entonces le dejaron ir a pie al hospital en Nablus, con su hijo muerto en los brazos. Esta es la punta de Iceberg de la brutalidad del bloque, de los inhumanos métodos utilizados por el régimen israelí, que al puro estilo del Estado Islámico, lava el cerebro de sus soldaditos de 18 años, convirtiéndolos en monstruos.

Los objetivos de Israel

Israel, un pequeño punto en el mapa para ser una potencia regional hegemónica,  …..

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