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El 24 de junio en España se celebra la fiesta del fuego. Resulta que l@s iraníes tenemos una celebración igual, con algo más de sofisticación, que se celebra desde hace al menos 4000 años….Es la primera parte de los festejos de la llegada del año nuevo, el NOURUZ, la fiesta de la primavera.

Chârŝanbe Suri es la fiesta del fuego por excelencia y se celebra la noche del último martes del año que acaba. El término Chârŝanbe señala que se trata del cuarto día de la semana iraní y probablemente sugiere el paso de las cuatro estaciones del año, dando la bienvenida a un nuevo ciclo de la naturaleza.
La tradición establece que, cuando el Sol (Mitra), el antiguo dios de los iraníes, se oculta y la noche (rostro de Ahriman, el Amo de las Tinieblas) extiende su negro manto, la gente encienda hogueras. En ellas arden muebles viejos, madera y cartón, son fuegos abiertos en lugares públicos, con los que se festeja el fin del invierno y las calamidades que lo acompañan. Con este acto alejan la oscuridad y adelantan de forma simbólica el regreso del rey del cielo. Luego, jóvenes y niños saltan sobre las llamas del fuego y, con la esperanza de que el próximo año esté lleno de salud y calor, cantan los siguientes versos:

Sorkhie man az to / Zardie man be to

¡Tu color rojo para mí! /¡Mi color pálido para ti!
¡La viva imagen del día de San Juan en España!

A la luz de las piras, niños y jóvenes disfrazados de sábanas blancas recorren las calles para ahuyentar al Mal; llaman a las puertas, pidiendo obsequios, principalmente âyil, una mezcla de siete frutos secos (a saber, pistachos, almendra, nueces, avellanas, higos, albaricoques secos y pasas) que le darán suerte y fertilidad.
Después de que todos hayan saltado sobre las ascuas, se deja que las llamas se extingan por sí mismas, pues trae mala suerte apagarlas, tal y como sucedía con el fuego sagrado de la fe mazdeista. Cuando esto suceda, serán los niños los encargados de recoger las cenizas para depositarlas en los bajos de las paredes de las casas del barrio, de este modo se considera que la salud y alegría no les abandonarán el resto del año. Esta algarabía infantil se mezcla con la ceremonia de Ghâŝogh Zani (“cacerolada”), que consiste en golpear ollas y cacerolas con cucharas. Al mismo tiempo hay quienes siguen disfrutando del calor de las brasas…
El Miércoles Rojo continua con el Fâl Gush, un gracioso y divertido juego que quiere decir algo así como “prever el futuro, escuchando”. En el Fâl Gush, la persona que tiene un deseo se pone en el cruce de un camino o detrás de una puerta para escuchar la conversación de las primeras personas que pasen a su lado; si lo que oye tienen una connotación positiva (palabras como “dinero”, suerte” “amor”), significará que su deseo se va a cumplir; en caso contrario, considerará que no pasa nada, que se trata de una superstición… y problema resuelto.

Hasta la instalación de la República Islámica en 1979, en algunas regiones de Irán, durante esta noche, de Chârŝanbe Suri, se tenía la costumbre de que las muchachas que deseaban casarse se colgaban del cuello un pequeño candado, de manera que el objeto quedaba situado entre sus senos. Al atardecer, las mozas casaderas salían a la calle con la llave del candado debajo del pie derecho y un pequeño espejo debajo del pie izquierdo, para pedir a algún viandante apuesto que le abriera la cerradura. El elegido recogerá la llave de debajo del pie de la muchacha y abrirá el candado. La joven le agradecerá el gesto y seguidamente cogerá el espejo para mirarse, convencida de que pronto encontrará su príncipe azul o rojo.
Otro de los rituales ancestrales de Nouruz consiste en Kuze ŝekani estrellar botijos, en el que una chica virgen (imagen de la diosa Ânâhitâ) arroja a la calle, desde una ventana, un botijo viejo en el que ha depositado algo de sal y una pieza de carbón. Mientras lo lanza, dice: “¡La mala suerte y las enfermedades en el botijo y el botijo a la calle!”. A veces este botijo se llena de agua, para ser lanzado desde arriba, simulando la lluvia que caerá, en una tierra que el líquido de la vida es un bien escaso.

Por supuesto que el Chârŝanbe Suri viene acompañado del consiguiente agasajo culinario. La cena consiste en un potaje hecho de siete verduras. En las provincias del centro del país este guiso se sirve con dos figuras que tienen forma de hombre y de mujer, hechas con masa de harina. Una vez cocidas, las llevan al río y las arrojan al agua, para alejar el mal y las desgracias de los hombres y mujeres de la familia.