Nilufar Saberi, Ricardo Roízo, Martha Zein y yo hemos traducido los poemas de la poeta iraní FORUGH FARROJAZAD.

Ha sido una labor apasionante y una deuda que teníamos con Forugh, una de las figuras feministas más emblemáticas de la historia de Irán. Resultado de imagen de foruggh

 

La poeta y cineasta iraní Forugh Farrojzad fue una figura muy controvertida en su época. Encarnó el espíritu de rebelión contra una sociedad, la iraní, que detrás de una aparente occidentalización seguía profundamente ligada a los dictámenes religiosos y morales de una rígida cultura patriarcal. Cinco décadas después de su trágica muerte a la edad de 32 años sigue siendo la voz más importante y revolucionaria de la literatura persa. Su obra es el testimonio de una mujer apasionada que vive en un país lleno de contradicciones, el Irán de los años 50 y 60 con el sah y la dolce vitapersa, muy distinto a la teocracia que se instauraría después de la revolución islámica de 1979. Sus versos anuncian el nacimiento de una nueva mujer sin tapujos que se enfrenta a los crueles juicios morales y religiosos de la sociedad en la que vive. Tanto en su escritura como en su vida privada, desafió los estereotipos femeninos y conmocionó a la entera sociedad iraní. Su talento es inconfundible: ferozmente honesta, perspicaz y maravillosamente lírica, su trabajo se ha ganado un lugar de honor en la milenaria tradición de los ilustres poetas iraníes…………

 

VERSÍCULOS TERRENALES

آیه های زمینی

Y entonces

el sol se enfrió

y la prosperidad abandonó la Tierra.

Las plantas se secaron en los jardines,

los peces se secaron en el mar,

y la tierra dejó de aceptar a sus muertos.

Las noches, tenazmente inquietas

en todas las ventanas pálidas,

eran como una sospechosa fantasía,

y los caminos

entregaron su curso a la oscuridad.

 

Nadie volvió a pensar en el amor,

nadie volvió a pensar en la victoria,

nadie

pensó ya en nada.

En las cuevas de la soledad

nació lo absurdo.

La sangre olía a opio y a hachís,

las mujeres embarazadas

parieron niños sin cabeza,

y las cunas, de vergüenza,

se refugiaron en las tumbas.

 

¡Qué tiempos más amargos y oscuros!

El pan había vencido

a la asombrosa fuerza del designio de Dios.

Los profetas hambrientos y desdichados

huyeron de los templos,

y la ovejas perdidas

no volvieron a oír los silbos del pastor

en el pasmo de los prados.

 

En los ojos de los espejos,

parecían reflejarse, invertidos,

movimientos, colores, imágenes.

Y sobre las cabezas de los míseros payasos,

y los impúdicos rostros de las prostitutas,

brillaba un halo sagrado,

como una antorcha.

 

Los pantanos de alcohol,

con sus vapores ponzoñosos, absorbían

a la masa inerte de los intelectuales;

y las ratas insidiosas

royeron las hojas doradas de los libros

en los viejos cajones.

El sol había muerto,

el sol había muerto y el mañana

era, en la mente de los niños,

algo confuso, escurridizo.

 

Ellos dibujaban esta vieja palabraen sus cuadernos

con una mancha negra y grande.

 

La gente,

el grupo derrotado de la gente

triste, desmejorada y aturdida

iba de exilio en exilio,

bajo el peso nefasto de sus propios cadáveres.

Y el terrible deseo de crimen

estallaba en sus manos.

De vez en cuando una chispa, una chispa insignificante,

de repente, desintegraba 

desde dentro este grupo silencioso, sin vida.

Los hombres se degollaban con navajas,

y en un lecho empapado de sangre

se acostaban con muchachas impúberes.

 

En su propio terror se sumergían,

y sus almas se paralizaron

por su sentimiento de culpabilidad.

 

Una y otra vez, en las ejecuciones, cuando saltaban

los ojos del condenado al tensar la soga,

se sumergían en sí mismos

y a sus nervios fatigados acudían

fantasías sexuales.

 

Pero siempre en las plazas se veía

a estos pequeños asesinos

mirando fijamente el agua de las fuentes.

 

 

***

 

Tal vez aún,

tras unos ojos aplastados, congelados,

quedaba algo de vida

que quería tener fe en la limpieza de la canción del agua.

Tal vez,

pero qué horrible vacío,

el sol había muerto y todos habían olvidado

el nombre de aquella paloma que huyó del corazón: fe.

 

***

 

Ay, voz de prisionero, ¿cuándo excavará

tu desesperación desde esta noche

un camino hacia la luz?

Ay, voz del prisionero,

última voz de las voces, ay…

  

 

Y entonces

el sol se enfrió

y la prosperidad abandonó la Tierra.

Las plantas se secaron en los jardines,

los peces se secaron en el mar,

y la tierra dejó de aceptar a sus muertos.

Las noches, tenazmente inquietas

en todas las ventanas pálidas,

eran como una sospechosa fantasía,

y los caminos

entregaron su curso a la oscuridad.

 

Nadie volvió a pensar en el amor,

nadie volvió a pensar en la victoria,

nadie

pensó ya en nada.

En las cuevas de la soledad

nació lo absurdo.

La sangre olía a opio y a hachís,

las mujeres embarazadas

parieron niños sin cabeza,

y las cunas, de vergüenza,

se refugiaron en las tumbas.

 

¡Qué tiempos más amargos y oscuros!

El pan había vencido

a la asombrosa fuerza del designio de Dios.

Los profetas hambrientos y desdichados

huyeron de los templos,

y la ovejas perdidas

no volvieron a oír los silbos del pastor

en el pasmo de los prados.

 

En los ojos de los espejos,

parecían reflejarse, invertidos,

movimientos, colores, imágenes………..