Los pantalones de Lubna

Para el diario Público


Nazanin Armanian

Cuarenta latigazos para las mujeres de Sudán que vistan pantalones. El mismo número que reciben las iraníes si no los llevan, aunque llevarlos pirata les supondría además una pena de prisión. Lubna Husein, la periodista sudanesa sentenciada a recibir esos azotes por violar el código de vestimenta moral al ponerse esta prenda, “indecente y occidental”, saca a la luz la magnitud de la falta de derechos de millones de personas –hombres y mujeres-sometidas a totalitarismos que reglamentan hasta los rincones más personales de sus vidas.
Que el modo de vestir de la población se castigue con la flagelación – prevista por el Corán sólo para el adulterio (versículo 24,2)- viene dado, por considerar el sexo como principal fuente de los problemas de la comunidad, de allí que cubrirse con ropa holgada frenará el despertar de los instintos más básicos. También se suele identificar la prenda con el rol asignado; ella con falda –siempre larga- estará al cuidado del espacio privado, mientras él vestirá pantalones y dirigirá la esfera pública. Que ellas pretendan llevar pantalones, desafía el orden patriarcal establecido, y perturba la paz de las autoridades, ancladas en el pasado e incapaces de abordar nuevas situaciones. Para impedir la trasgresión de este orden, la Biblia advierte: “No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque abominación es á Jehová, tu Dios, cualquiera que esto hace” (Deuteronomio, 22:5). Y los musulmanes cintan a Mahoma: ”Dios maldiga a los hombres que vistan de mujer y a mujeres que vistan de hombre”.
Confiscar pantalones y faldas, además, tiene objetivos políticos: correr una cortina de humo sobre los verdaderos problemas sociales, y poner a raya a la población bajo pretextos no políticos.
Tiempo después de que los hijos de Adán y Eva se desprendiesen de las hojas e inventasen atuendos para protegerse de las calamidades del medio, el pantalón fue fabricado, probablemente por jinetes -hombres y mujeres-, de Eurasia, quienes le llamaron “pi-jama”, término persa que significa “vestido para las piernas”. En pantalones fueron las tropas persas a la guerra de los militares romanos y griegos cubiertos con faldas y túnicas, hasta que en el siglo XVII, y desde el Imperio Otomano, el pantalón se propagó en occidente.
¡Hay que ver cómo hoy una inocente prenda se convierte en una bandera!