Nazanin Armanian

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No se trata de cómo o por qué, sino de cuándo.

De hecho, unas semanas antes del asalto del 7 de octubre (7/10) del Movimiento Resistencia Islámica, Hamás, a Israel, la prensa de Oriente Próximo advertía de los planes de la superpotencia de la región, de una nueva agresión militar contra el Líbano, otro vecino indefenso, bajo el pretexto de “las amenazas de Hezbolá”, considerado uno de los “proxy” (representante camuflado) de la Teocracia Chiíta de Irán (TCHI). La Casa Blanca rechazó su solicitud de apoyo, afirmando que sus miles de agentes y decenas de sus bases en la zona no habían percibido señales de tales “amenazas”. ¡Vaya! O sea, que Israel había recibido, supuestamente, el soplo sobre unos preparativos secretos de un pequeño grupo armado (que ni es el ejército libanés), e incluso había pedido la cooperación del Tío Sam, pero ni sus cientos de hombres infiltrados en Gaza, ni la propia inteligencia militar israelí, así como decenas de instalaciones militares y de espionaje de EEUU en Oriente Próximo, tuvieron conocimiento del secreto a voces del plan 7/10 de Hamas. ¡Caray!

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