Nazanin Armanian

Publico.es

 

El primero fue el asesinato del hombre más poderoso de la Teocracia Chiíta (TCHI) Qasem Soleimani, ordenado por Donald Trump en 2020. El jefe de las Fuerzas de Quds, que hasta entonces coordinaba las acciones de sus paramilitares en el extranjero con el Pentágono (en la supuesta lucha común contra el Daesh durante el mandato de Barack Obama), fue asesinado, a pesar de la reticencia del jefe del Comando Central de EEUU (Centcom), general Kenneth McKenzie. Soleimani (y los Guardianes de la Revolución Islámica, los GRI) tenían tanto poder que ante los temores del entonces presidente Hasan Rohani (en conflicto con el Caudillo Ali Jamenei) le advirtió: “Nosotros no necesitamos hacer un golpe de Estado”.

La muerte de Ebrahim Raisi, el 20 de mayo, supone mucho más que perder al único presidente totalmente sumiso a sus órdenes: Hashemi Rafsenyani (cuya hija Faezeh -exdiputada e inventora del sinsentido “feminismo islámico“-, le acusa de haber asesinado a su padre), Mohammad Jatami, Ahmadineyad y Rohani, una vez en el cargo se le rebelaron.

Mientras, siguen las especulaciones sobre lo que pasó con el helicóptero que transportaba a Raisi. El diario ultraderechista Yomhurie Eslami apuntó directamente a un atentado, no por Israel, sino por el “fuego amigo”. Las explicaciones contradictorias de las autoridades que llegaron a afirmar que la caja negra del aparato estaba destruida, o que el jefe de gabinete del presidente, Hossein Esmaeili, que iba en otro helicóptero, afirmara que ocurrió en un día soleado, obligaron al Estado Mayor del Ejército a anunciar una investigación al respecto. Sólo tres días después de un exhausto trabajo determinó que todo está bajo control: fue designio de Dios, un accidente. Pero, ¡si la investigación del accidente de un jugador de NBA, Kobe Bryant y su hija, duró un año! El no-informe chapuza echó más gasolina al fuego, y sufrió el mismo destino que las conclusiones de la Comisión Warren sobre el asesinato de J.F. Kennedy: acabar directamente en la papelera. ¿Por qué y quién quería ver muerto a Raisi? Aparte de miles de familias cuyos seres queridos fueron torturados y ahorcados por órdenes directas del Carnicero de Teherán, pero que no tenían ningún medio de aplicarle la Ley de Talión de la propia teocracia medieval, los dedos señalan a:

  1. Los clanes oligárquicos de los militares islamistas en el poder, descontentas por la nefasta gestión de un incompetente presidente que lo es por accidente. Raisi fue uno de los principales candidatos para la nueva presidencia de la Asamblea de Expertos, que en teoría debe elegir al siguiente caudillo de la TCHI. Lo curioso fue que el grupo tenía que reunirse el 21 de mayo (un día después de la muerte del presidente), para elegir a su nuevo jefe, y Raisi era el principal candidato. El que le ha sustituido es el clérigo de 93 años Mohammad Movahedi, designado por Jamenei, que supura por los cuatro costados el  putrefacto y atrofiado totalitarismo religioso. ¿Eliminaron a un rival antes de que empiece el juego?
  2. A la élite islamista le envuelve una profunda sensación de incertidumbre y el pueblo iraní recibe una dosis de esperanza: “nosotros no pudimos derrocar al régimen, lo harán ellos, matándose unos a otros”, afirman. Según Amnistía Internacional, en 2023 el régimen del terror medieval, fue responsable del 75% de todas las ejecuciones del mundo.

Voluntad de Dios, de la naturaleza, fallo técnico o purgas palaciegas, sea como fuere, la muerte de Raisi hizo disparar la venta de pasteles (que se suele repartir en las fiestas); anunciar la buena venta llevó al presidente del gremio de los pasteleros de Teherán a los calabozos.

Afirma el canciller ruso Serguéi Lavrov que el responsable del accidente es EEUU por imponer sanciones a la TCHI. Las sanciones afectan a la nación iraní que no a la élite islamista, que sale de un escándalo de corrupción para entrar en otro. Pero, ¿por qué Rusia no vende a Irán aviones y helicópteros? ¿Por qué los altos cargos del régimen, que forman parte de los 246.000 millonarios del país (un número 4 veces mayor que Turquía, según el Instituto Suizo de Servicios Bancarios y Financieros), no se compran helicópteros privados para sus desplazamientos? ¡La avaricia rompe el saco! Un simple ministro, el de agricultura Javad Sadatinejad, que ha estafado 3,4 millones de dólares en las importaciones de té, y otras decenas de millones en productos de ganadería, podría haberle regalado a su jefe una nave de ganado evitando que se convirtiera en el último mártir del chiismo.

¿Colocó Israel la cabeza del caballo en la cama de Jamenei?

Es plausible que, aquellos en el seno de la TCHI que acusan a Israel de estar detrás del incidente, lo hagan para desviar la atención de sus propias fechorías. En caso de que Netanyahu estuviera detrás del magnicidio, la teocracia nunca lo reconocería, pues tendría que aplicar la ley de Talión, que ni puede, ni quiere. No hay duda de que el Genocida de Gaza es capaz de sabotear el helicóptero de la segunda autoridad de la TCHI, con el fin de:

  • Debilitar la teocracia islámica, que no desmantelarla: este “Coco” le ha otorgado los mejores pretextos para destruir Irak, Siria, Líbano y Gaza, militarizando, junto con EEUU, todo Oriente Próximo, y aplastar a las verdaderas fuerzas anti-imperialistas, antisionistas.
  • Expulsar a Joe Biden de la Casa Blanca por, a) impedirle expandir su guerra a Irán, en un año electoral; b) sus pactos con Teherán en las negociaciones “mini-nucleares” secretas ( y tan “discretas” como la rejilla que separa al penitente en un confesionario del sacerdote) en Omán.

A ver: La promesa de Biden a Jamenei de que Israel no atacará Irán, no incluye impedirle cometer “asesinatos selectivos” de sus mandatarios.

 

Tel Aviv, además de motivo y oportunidad, cuenta con medios para tal obra: en 2022, los agentes del Mossad robaron unos 50.000 folios y 183 CDs de documentos del programa nuclear de varios centros militares.

¿Elecciones en un totalitarismo religioso?

El nombre del vicepresidente Mohammad Mokhber, encargado de organizar las elecciones anticipadas presidenciales en 50 días, está vinculado con dos hechos principales: a) Ser uno de las cabecillas de las “camisa negras” del régimen, que en 1979, en uno de los asaltos con disparos a los estudiantes de izquierda de la Universidad Jondishapur (en Juzestán), asesinó al estudiante Jabraeil Hashemi, y b) Dirigir, desde hace 16 años,  la red de conglomerados empresariales de la familia Jamenei, disfrazados de fundaciones caritativas, como la Fundación Mostazafín (Desheredados). También se apuntó al negocio de la “vacuna islámica” contra el Covid19 (virus creado por EEUU para atacar a los musulmanes de Irán, según Jamenei), llamada Barakat, que no impidió que Irán se convirtiera en uno de los países  del mundo con mayor numero de fallecidos por este coronavirus, porque entre otros motivos, los del “negocio religioso” se negaron suspender las peregrinaciones multitudinarias.

Las leyes de la teocracia excluyen, para ocupar el puesto del presidente a:

 

  • La mitad de la población, las mujeres: el art. 115 de la Constitución afirma que el candidato debe ser hombre.
  • Las minorías religiosas, entre ellos 18 millones de sunnitas baluches, kurdos, turcomanos, árabes, persas, así como los cristianos, judíos, zoroastrianos, budistas y bahaíes, y ¿cómo no? los no creyentes. En caso de los ateos, ni tienen derecho a la vida.
  • Los críticos, disidentes, cientos de miles de ex presos políticos, y los actuales activistas encarcelados, entre otros.

Las elecciones en la TCHI son un ajuste de cuentas entre las facciones del poder, que ya ni intentan forzar al pueblo a elegir entre “el mal y el peor” , utilizado al principio de su régimen como táctica para bajar el nivel de sus reivindicaciones. En la segunda vuelta de las elecciones del parlamento, celebradas el marzo pasado, sólo el 8% del electorado de Teherán había participado.

No importa quién sea el próximo presidente: por ley es el “abdarchi” (servidor del té, en persa) del todopoderoso caudillo. Los GRI intentarán reorganziar el poder, apartando al clero, profundamente desacreditado, para instaurar un régimen militar en solitario a la imagen de los gobiernos de Egipto y Pakistán.

 el sucesor de Jamenei? 

En el sistema político del chiismo, el poder a) es la  propiedad de los descendientes de Mahoma, b) al contrario del sunnismo («tradicionalismo» islámico) en el que el califa es designado por los jefes de las tribus, como sucedía antes de esta religión en Arabia, en el chiismo se transmite de forma hereditaria; y c) las mujeres y los no chiitas son excluidos de este puesto.  Y lo que rompe el islam en sunnis y chiismo es justamente el asunto del poder: la frase que pronuncia Mahoma ante sus fieles de que: “Quienquiera que yo sea su líder, Ali [su primo y yerno] es su líder también”, es tomada a pie de la letra por los seguidores de Ali, el primer santo del chiísmo,. Pero, “ser líder no significa ser sucesor” alegan los sunnitas, acusando a los chiitas de herejía. Por lo que la élite árabe manda asesinar a Ali, y a sus 12 descendientes que reclamarán el poder a lo largo de décadas: de allí el culto al martirio.

 

Los ayatolás críticos que acusaron a Jomeini de corromper el chiismo, asaltando el poder, recuerdan a Jamenei que la fórmula hereditaria estaba reservada exclusivamente para los 12 santos martirizados que no para los mortales.

¿Está la sucesión de Jamenei en peligro?

Sí y no. Lo estaría si la víctima del accidente fuese Mojtaba, el hijo del ayatolá-rey de Irán. El papel de Raisi en esta arquitectura del poder era facilitar la transición del mando de la TCHI de padre al hijo, haciéndole de “padrino”, en caso del fallecimiento prematuro del hombre de 85 años. Ahora Ali Jamenei, simplemente, debe proclamarle como su príncipe heredero, en vida. De hecho, el Ayatolá Musavi Jazaeri, miembro de la Asamblea de Expertos, afirmó hace unos meses, que el sucesor ya estaba elegido (por el propio Líder) y que no iba a revelar su nombre para protegerle de un posible atentado. ¿Un atentado? ¿Por parte de quién? ¿Alguien se equivocó de objetivo el 20 de mayo?

Mojtaba Jamenei, de 55 años, siempre fue la única opción de Jamenei, y para que nadie le acusase de nepotismo hizo de Raisi el “candidato figurín-postizo”.

 

Ahora el caudillo teme a 1) un atentado que elimine a su hijo de la ecuación, y 2) la siguiente rebelión popular que será protagonizada por los trabajadores. Un crecimiento económico cero, una inflación de 67,7% en los precios de los alimentos, y unos 25 millones de iraníes (propietarios de inmensos recursos naturales) que viven en la pobreza extrema, según Behruz Mohebbi, miembro de la Comisión del Presupuesto del parlamento, y que forman parte del 60% de los 84 millones de personas que sobreviven bajo el umbral de pobreza relativa, a causa del saqueo sin control del país.

Mojtaba ni siquiera se parece a su homólogo El Destripador Mohammad Ben Salman, príncipe de Arabia Saudí, que presume de moderno y aperturista: todo lo contrario. Lo suyo es el salafismo, la superstición de esperar la aparición del duodécimo santo  Mahdi (que al igual que Cristo, a pesar de fallecer, está vivo),  y de pasar del velo-pañuelo al chador y el burka,  con la ayuda de los GRI.

El totalitarismo religioso, si tras acabar con sus reformistas perdió todo el poder blando, al eliminar a los partidos políticos se privó de un amortiguador entre el poder y el pueblo, haciendo que el choque entre ambos fuese directo y mortal. Ahora Irán vuelve a gestar otra gran rebelión popular, y esta vez protagonizada por la clase obrera, los pensionistas y los estudiantes, kurdos y baluches, que acompañarán a las mujeres invencibles iraníes en esta última fase de la lucha antifascista que volverá a estremecer oriente Próximo y, de paso, acabará con las preocupaciones de uno de los dictadores con más años en el poder en el mundo.

https://blogs.publico.es/puntoyseguido/14394/la-muerte-de-raisi-segundo-gran-golpe-al-caudillo-jamenei/?doing_wp_cron=1717230169.3750610351562500000000