Nazanin armanian
Publico.es
¡Ah, vergüenza! ¿Y tú rubor? (Hamlet, acto III)
La baja participación en las elecciones presidenciales, un 39, 6%, según datos oficiales (y unos 15% según numerosos reporteros), la más baja en la historia de la Teocracia Chiíta (TCHI), ha sido otro duro golpe al Caudillo Ali Jamenei, de luto por la muerte de Ebrahim Raisi, y eso a pesar de disponer de todos los medios del Estado, y sin duda alguna, haber intervenido, como de costumbre, en las urnas y en los datos aprovechando la ausencia total del control popular sobre los mismos. Ni alargar seis horas más para votar (medida que se toma cuando los colegios están abarrotados), le salvó de una anunciada hecatombe.
¿Elecciones presidenciales en un totalitarismo clerical-militar? ¿En qué página de la historia se ha visto tal insulto a la inteligencia de millones de personas que estudian estupefactas esta extraña criatura nacida a destiempo?
“¿Por qué lo que he venido haciendo yo con éxito (y mi casta clerical, durante siglos) ya no funciona?” se preguntará el ayatolá, tras sufrir un definitivo “jaque mate” de los ajedrecistas iraníes, que diseñaron esta victoria en tres actos: no votar, depositar el voto nulo (sobe todo, en las aldeas donde la población está muy vigilada por los agentes de los Guardianes de la Revolución Islámica (los GRI), o votar a Masoud Pezeshkian, presentado por el propio régimen (y medios occidentales) como “reformista”.
Una minuciosa ingeniería electoral
Si bien es el contexto de la Guerra Fría el que explica el “milagro” de que este estamento residual de la sociedad iraní fuese elevado por EEUU y Francia al poder en 1978, en un país vecino de la URSS, lo que lo mantiene tanto tiempo con vida es a) un amplio conocimiento de la psicología de las masas y una increíble capacidad de manipularlas (al igual que otros fascismos), y b) carecer de ética y escrúpulos, ya no en la aplicación del maquiavelismo o usar grúas para ahorcar a jóvenes que simplemente quieren una vida “normal”, sino utilizar mecanismos bautizados como “Gaslighting”: una serie de complejas acciones para la manipulación emocional de la víctima, para que llegue a dudar de su propio juicio y de su memoria. Pues a pesar de comprobar una y otra vez que el pilar de la TCHI es una fusión del terror con la mentira, parte de las masas siguens cayendo en su trampa, una por padecer el síndrome de Estocolmo y otras por imaginar que están viendo una luz en medio de la tenebrosa oscuridad, cuando en realidad están sufriendo un desprendimiento de la retina.
Para Jamenei, de 85 años, que lleva 42 en el poder por la venia de Dios -el único “ser” ante el que afirma rendir cuentas- y se cree un pastor- macho alfa dirigiendo un rebaño de animales estúpidos, las elecciones tenían dos objetivos como afirmó al depositar su voto: salvar la reputación del sistema ante el mundo y otorgarle legitimidad a la TCHI, cuando los inventores de la república justamente pensaron que los gobernantes no deberían ser ni intocables, ni eternos, y luchar por el bienestar de los pueblos que les han elegido, que no el suyo propio.
Pero aquí todo es puro teatro: no hay partidos, ni sindicatos, ni programas, ni medios libres (es la principal cárcel del mundo para el periodismo), ni el objetivo es rescatar a Irán de otro gran estallido social que se gesta, ni protegerle de las guerras y agresiones imperialistas en una región que arde.
Por lo que, consciente de que tras la dura represión a las dos últimas rebeliones populares (la del 2019 en protesta por el aumento del precio de gasolina, y el 2022 de Mujer, Vida, Libertad), y la participación de tan sólo el 7% del electorado de Teherán en los comicios parlamentarios del 2023, el equipo del ayatolá decidió volver a rescatar una receta carcomida para salvarse: utilizar a los “reformistas islámicos” para animar a las masas apáticas, no tanto para llenar la urnas (de eso se ocuparían en los sótanos oscuros de las mezquitas, donde guardan las urnas), ni de los datos para anunciar (diseñado para que hubiese una emocionante segunda vuelta), sino para que hagan largas colas en los colegios electorales donde se encuentran los medios extranjeros: ¡Ay de los adictos a aparentar y a espectáculos! El último organizado fue el funeral de Raisi, llevando a miles de plañideras y plañideros, con el truco de “autocares, bocadillos y turismo por la capital”. A estas apariencias se refería Jamenei al afirmar que “La fortaleza del sistema y su reputación dependen de la presencia de la gente”. El “estar presente” no es participar en su propio destino.
Por lo que, mientras el Consejo de Guardianes, encargado de tamizar a los candidatos, rechazaba la idoneidad de Ali Larijani, nada menos que el ex secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, o al ex presidente Mahmud Ahmadineyad, autorizaba la candidatura del falso reformista Masoud Pezeshkian, vicepresidente del parlamento islámico, a quien la vez anterior le había desechado. Pero ni esta jugada generó las colas soñadas.
Así, la misógina TCHI permitió a cuatro hombres de extrema derecha chiíta y leal al Caudillo postularse para la presidencia de cara al publico, cuando las redes sociales tacharon a tres de ellos de “candidatos pusheshi (falsos)”, a sabiendas que ya hay uno designado de forma secreta por la Oficina del Caudillo.
https://blogs.publico.es/puntoyseguido/14439/iran-la-autopsia-de-unas-selecciones-presidenciales-un-referendum-sobre-el-totalitarismo/?doing_wp_cron=1719931578.1259660720825195312500