Nazanin Armanian
Publico.es
“La acción encubierta no debe confundirse con el trabajo misionero“, ya lo advirtió el rey de los complots y los golpes de estado, el criminal de guerra no juzgado, el doctor Henry Kissinger, ante los reproches recibidos por abandonar a los kurdos de Irak en los años setenta tras incitarlos a un levantamiento armado contra Bagdad.
Y su país volvió a hacerlo: en 2019, Donlad Trump entregó la vida de miles de kurdos sirios al déspota de Turquía, Tayyeb Erdogan, sin pedir nada a cambio. Con Joe Biden en la Casa Blanca, el otomano seguía teniendo la luz verde para invadir el suelo sirio, bombardear las infraestructuras civiles de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES), liderada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), aterrorizar y desplazar a miles de sus habitantes y asesinar a los milicianos kurdos que controlan el norte del país, desde la frontera iraquí hasta la provincia turca de Hatay.
Desde hace unos meses, Erdogan está rogando la reconciliación a su exenemigo Bashar al Asad, con el que comparte el deseo de desmantelar la AANES, mientras discuten el precio de la cabeza de los kurdos.
Este intento de acercamiento de Ankara a Damasco preocupa a) los kurdos sirios, b) los árabes refugiados en el norte de siria en las provincias ocupadas y gestionadas por Turquía, c) los refugiados sirios en Turquía, y d) a Irán.
¿Por qué Erdogan va detrás de Asad?
Ankara ha pedido la medicación de Vladimir Putin para poner fin a una década de hostilidades con el presidente sirio, al que intentó derrocar utilizando tanto a los miles de mercenarios “yihadistas” como organizando la “crisis de refugiados”: fracasó porque Barak Obama no tenía una alternativa a Asad, y no podía permitir un caos descontrolado en las fronteras de Israel: mejor el malo conocido y despojado de todo el poder.
El presidente turco ha caído en la trampa que tendió a su homólogo sirio: convirtió (junto con los jeques árabes y EEUU) las protestas del pueblo sirio contra el régimen policial y sus agresivas políticas neoliberales en 2011 -dictadas por el FMI-, en una guerra que desgarró el país, mató hasta a medio millón de civiles, y obligó a otros seis millones a huir de su tierra, de los que cuatro entró en Turquía.
La derrota del islamista Partido de Justicia Y Desarrollo y la abrumadora victoria de las formaciones progresistas turco-kurdas en las recientes elecciones municipales, causada por la crisis económica de un capitalismo depredador, gestionado por la élite corrupta encabezada por la familia mafiosa del propio Erdogan, han llevado a los gobernantes y la aporófoba ultraderecha panturquista a buscar una “cabeza de turco”: los refugiados sirios. El primer tema de su hipotético encuentro con Asad sería la deportación en varias fases de los refugiados (en su mayoría árabes) a la zona controlada por los kurdos. Turquía propone establecer un espacio de amortiguamiento de 30 kilómetros en el norte de Siria para, supuestamente, proteger sus fronteras.
- El fracaso del proyecto otomanista del Sultán turco en la región le hace necesitar de una victoria diplomática, que será obviamente a costa del sufrimiento de millones de sirios, turcos y kurdos.
- Temor a que los jeques árabes, que con permiso de EEUU acaban de readmitir a Bashar al Asad a la Liga Árabe, de la que lo expulsaron en 2011, le dejasen sin parte del pastel de inversiones en el negocio de “reconstitución” del mismo país que ellos mismos participaron en destruirlo.
- Sacar a Damasco de la influencia de Teherán. Tanto Asad como Erdogan son conscientes de que la guerra de Irán con EEUU-Israel en el suelo sirio es para obtener ventajas para la teocracia en un acuerdo integral -sobre la cuestión nuclear y la liberación de activos iraníes bloqueados-, que no defender al gobierno del presidente alavita (colado por los ayatolás como “chiíta”), del que algunos halcones de Irán han tachado de “desagradecido y traidor” cuando acudió a la cumbre de la Liga Árabe.
Para presionar a Damasco, Ankara cuenta con dos bazas: a) los decenas de miles de mercenarios llamados “rebeldes sirios” para volver a desatar el caos en el país, y b) la ocupación militar de 8.835 kilómetros cuadrados del suelo del norte sirio, durante las invasiones del año 2016 (con Barak Obama de presidente de EEUU), y en 2018 y 2019 (con Trump), expulsando a unos 150.000 kurdos de sus hogares. Las tropas turcas y su “proxy”, el Ejercito de Liberación Siria, han sido acusados de cometer crímenes de guerra contra la población por las organizaciones proderechos humanos.
¡Saque usted primero sus tropas de Siria para que podamos negociar! Ha sido la demanda de Asad, y “¡No nos vamos, nos quedamos!”, la respuesta del Erdogan, bajo la excusa de la incapacidad de Damasco en contener a sus kurdos, aunque su verdadero propósito es apoderarse de una zona que alberga gran parte de los pozos petrolíferos de Siria y de sus tierras fértiles, que es exactamente lo que ha hecho en el Kurdistán iraquí, con el respaldo de las tropas ocupantes de EEUU.
Los kurdos perderán su tiempo haciendo cábalas sobre la identidad del próximo presidente de EEUU para diseñar su estrategia. Veamos: después de un Donald Trump aislacionista, que dejó la vía libre a las agresiones militares de Turquía contra la AANS, y Joe Biden -que mientras prometía a las FDS seguir apoyándoles, mejoraba sus relaciones con Damasco e Irán-, levantando parte de las sanciones de la Ley César impuestas a Siria, ordenando a Arabia Saudí que reanudara las relaciones con Damasco.
Gracias a su ingenioso invento, el Daesh, por primera vez en su historia, EEUU pudo poner las botas sobre el suelo sirio, por una supuesta “lucha antiterrorista”, e instalar, al menos diez bases militares en el país euroasiático (en Al-Hasakah, Manbij y Raqqa, Harab-Isk y Rmeilan, entre otras). En un ataque de rabia por el apoyo de Biden a los kurdos sirios, Erdogan confesó este secreto a voces:”EEUU nos ha decepcionado mucho, dijo que luchaba contra Daesh, pero en realidad le dio un montón de dólares”, dijo. El Pentágono diseña una semiautonomia kurda en el norte de Siria a la imagen de la creada en Irak. Ha desintegrado así a los dos poderosos estados árabes, a beneficio de Israel.
EEUU podrá abandonar a los kurdos a su suerte, pero no saldrá de Siria (ni de Irak, Afganistán, o Kosovo), si siete décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial siguen sus tropas en Japón y Alemania.
En cuanto a la posición de Israel en la cuestión kurda, su brújula le guía hacia tres intereses inalterables:
1) Destruir a las fuerzas progresistas de la región, incluida la kurda. De allí la colaboración del Mossad con la dictadura turca en 1999 para buscar, capturar y entregar al líder del PKK Abdolah Ocalan, cuando pretendía ir de Grecia a Kenia.
2) Debilitar a los gobiernos centrales de los países de la zona donde habitan los kurdos.
3) Llevarse los recursos naturales de los kurdos, presentándose empáticos con los pueblos sufridos no árabes (doctrina Ben Gurion), que es lo que hace con la Autonomía Kurda de Irak, apoyando a su régimen corrupto, que también soborna a los ayatolás de Irán y al sultán turco.
¿Qué dice Rusia?
Hoy, la prioridad de Kremlin es Ucrania. Para ello, en diciembre de 2022, celebró en Moscú una reunión con la participación de los ministros de Defensa de Rusia, Turquía y Siria, para negociar la paz; también hubo un encuentro entre el jefe de la Oficina de Seguridad Nacional de Siria, Ali Mamlouk, y los generales israelíes Bassam Hassan, Gadi Eisenkot, en la base aérea rusa en Hmeimim, Siria, según la prensa árabe.
La relación de Moscú con los kurdos siempre ha sido excelente. En 1923, se fundó Kurdistansky Uyezdn (Autonomía de Kurdistán), y los “kurdos rojos” fueron integrados en la República Socialista de Azerbaiyán. Hoy, la superveniencia eslava no sólo ha acogido a cientos de miles de kurdos, sino también una oficina de PKK y otra de las Unidades de Protección Popular (YPG) sirias, y no desde un “internacionalismo” ya desaparecido sino como medida de presión contra el madman de Ankara. Rusia defiende el reconocimiento de ciertos derechos de los kurdos en la Constitución “federal” siria a cambio de que entreguen el poder a Damasco. Pero, no habrá una Siria federal, ni EEUU-Israel permitirán una Siria soberana.
Como anécdota, Zelimkhan Mutsoev, el millonario ruso de origen kurdo-izadi, es el único diputado de la Duma que ha ganado en seis elecciones parlamentarias consecutivas.
¿Regionalismo en Oriente Próximo?
El acercamiento entre Irán y Arabia Saudí, entre Israel y algunos países árabes, y ahora Turquía y Siria no es ningún regionalismo surgido, de repente, en los corazones y mentes de las dictaduras de corte medieval de Oriente Próximo, en cuyo vocabulario no existen la palabras “cooperación para el desarrollo” ni “respeto y tolerancia”: sus juegos suelen ser a suma cero, y cuando hacen las paces con un vecino es para tener más recursos para destruir al otro.
Asad, cómodo con la actual situación, prefiere no removerla, con dos objetivos: que a través de Turquía desgaste a los kurdos hasta que se rindan, y que a través de la AKNS mantiene empantanado al señor Erdogan.
El principal ganador de la guerra contra Siria fue Israel, el perdedor el pueblo sirio, y entre sus ocho consecuencias, el diseño de un nuevo mapa de la región en el que el genocidio palestino y la des-palestinización de Gaza, debe preocuparle seriamente a los kurdos.
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