Nazanín Armanian
El encuentro entre los representantes de la República Islámica e Israel en torno a la cuestión nuclear en El Cairo en el mes pasado no es el primer contacto entre ambos gobiernos. En el mismo año 1980 a pesar de que en la antigua embajada de Israel en Teherán ya se había izado la bandera palestina, los representantes de ambos y los del partido republicano estadounidense se reúnen en París y negocian la “no” liberación de los 52 rehenes de la embajada de EEUU en Teherán, para provocar el fracaso de Jimmy Carter en las elecciones, a cambio de suministrar armas a Irán en guerra con Irak, según cuenta el entonces oficial del Mossad, Ari Ben Menashe que había asistido al encuentro. En 1985, de nuevo y por mediación Ariel Sharon, el ministro de defensa israelí, Ronald Reagan vende armas a Irán a espaldas del Congreso. Con esta operación conocida como “Irangate”, Tel Avive no sólo pretendía la liberación de los estadounidenses secuestrados en Líbano, sino un acercamiento a Irán, ya que el anticomunismo del régimen islámico y su enemistad con Irak, le convertía en un gran aliado, como señalaba Sharon, consciente de que los intereses políticos pueden con las ideologías y religiones. Por eso, al cambiar el tablero en 1991 con la caída de la URSS, la destrucción de Irak y la OTAN en el Golfo Pérsico, Israel cambia de alianzas. Ahora se acerca a Jordania y Egipto para luchar juntos contra el enemigo común iraní, quien está ampliando su influencia en la región.
El contacto entre Irán y el pueblo judío se remonta al siglo V a.C., cuando Ciro el Grande, autor de la Primera Declaración de Derechos Humanos, al conquistar Babilonia les libera del cautiverio y miles de ellos emigran a Irán y se convierten en Parsim, comunidad judía iraní. En Isaías el emperador persa se presenta como “mesías” mientras Esther llegará a reinar, tierra donde se constituyó los 32 lugares sagrados de éste pueblo, que aun siguen en pie. Más reciente, durante el Holocausto, miles de judíos -entre ellos 871 niños polacos- fueron acogidos por Irán, al tiempo que sus embajadas en varios países europeos expedían pasaportes iraníes para los hebreos amenazados.
Irán fue el primer país “musulmán” en reconocer a Israel en 1950 a pesar de que desde la ONU había postulado por un Estado federal que integrara a palestinos y judíos. Que la dictadura del Sha, fuese aliada de Washington y de Israel, y que el SAVAK, la temible policía secreta de Pahleví estrechara los lazos con el Mossad, colocaba a Israel, a ojos de los ciudadanos, entre los amigos del enemigo. Fue esto el motivo de que el gobierno del carismático doctor Mosadegh (1951-53) -quien nacionalizó la industria petrolífera iraní-, suspendiera las relaciones con Tel Avive, y no la causa palestina. El golpe de Estado de la CIA en 1953 contra aquel primer ministro, la vuelta del Sha al poder y el polarizado mundo de la Guerra Fría vuelven a rediseñar las alianzas: los países no árabes de la región se aproximan a EEUU, creando un frente unido contra el auge del nacionalismo progresista árabe, y Nasser de Egipto, Qassem de Irak y Asad de Siria, encuentran apoyo en el bloque socialista.
El chovinismo de Reza Pahlevi que se alimentaba de la añoranza de un pasado glorioso, y su enemistad hacia los árabes –acusados de haber puesto fin al imperio persa tras invadir Irán en el siglo VII-, así como la arabización del problema palestino, eran otros factores que colocaban al monarca al lado de Israel.
De los alrededor de 100 mil hebreos censados en 1978, unos 70 mil abandonaron Irán tras la instauración de la República Islámica, al igual que otros cinco millones de sus compatriotas. En el otro lado, viven cerca de 50 mil iraníes hebreos, entre ellos el ex presidente Moshé Katsav, o el ex ministro de defensa, Shaul Mofaz.
La retórica antiisrailí de Mahmud Ahmadineyad no tiene precedente ni en la República Islámica. Incluso en 2003 el presidente Jatamí, dentro de las propuestas presentadas a EEUU para paralizar el programa nuclear, planteaba retirar su apoyo a los grupos afines árabes en la zona–lo cual significaba una “coexistencia pacífica” con Israel-, a cambio de garantías de seguridad. Bush las ignoró.
En Oriente Medio, todos saben que las posturas antiisrailíes de Ahmadineyad, más que un verdadero apoyo a la causa palestina, es una táctica política. “La amenaza de Israel” tiene la misma función para Irán que la “amenaza de Irán” para Israel. Además de servir a las políticas internas, representa una lucha encarnizada por apoderarse de la hegemonía regional. Tel Avive pretende impedir la tentación de Obama a acercarse a Irán, quien desde el realpolitik, necesita la cooperación de Teherán para controlar Irak y Afganistán. Por su parte, los intentos del gobierno de Ahmadineyad de convencer a Washington de que le es más rentable estar con Irán que con Israel, ha provocado la ira de Alí Jamenei, el líder supremo del régimen islámico, que le ha prohibido acercarse demasiado a los americanos. ¿No están acusando a los opositores de ser amigos de EEUU?
Durante el asalto de Israel a Gaza en 2008, la postura de Teherán sorprendió a Hamas y a Israel, convencidos de una implicación directa de un Irán que se limitó a apoyo “moral” a los palestinos. Atrapado en su propia propaganda, el gobierno islámico por un lado animaba a los jóvenes a ir a Gaza a luchar, y por otro, mandaba al hermano de Ahmadineyad a desalojarlos una vez en el aeropuerto. Aprovechando este clima bélico, Ahmadineyad paralizó la moción de censura contra sus ministros y cerró varias publicaciones por criticarle. El pretexto, la necesidad de unirse contra “la amenaza israelí”.
Su exagerada exhibición como el salvador del pueblo palestino – cortina de humo para ocultar la desastrosa situación interna- incluso ha levantado las críticas de un rotativo estatal como el de Jomhuri.e Eslami que le ha recordado que es presidente de Irán y no de palestina, y que deje de desviar la atención de los problemas de la población.
Cuando organizó el infame encuentro sobre el Holocausto reuniendo a los Ku Klux Klan y nazis, en Irán se preguntaba qué motivos había para despilfarrar tantos millones en hablar de algo que sucedió hace sesenta años y a miles de kilómetros de allí. Decenas de políticos e intelectuales propusieron llevarle a los tribunales por “atentar contra la seguridad nacional del país” provocando a Israel.
El realismo político invita a ambos países a mantener contactos aunque secretos, pero también genera alianzas surrealistas: Israel crea un frente unido con los musulmanes árabes y no árabes –como el Azerbaiyán chiita, e Irán pacta con Armenia cristiana y Venezuela socialista.
En juego, la hegemonía de uno de los enclaves más estratégicos del mundo.

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Irán, Israel y el Realpolitik

Versión para el diario público

Nazanín Armanian

1980. Seis meses después de que en la sede diplomática de Israel en Teherán se izara la bandera palestina, los hebreos preparan una reunión en París entre los representantes de Irán y del partido republicano de EEUU. Pactan que los ayatolás a cambio de recibir armas no liberasen a los rehenes de la embajada de EEUU en Teherán para así provocar el fracaso electoral del Jimmy Carter.

1985. Ariel Sahron negocia con Irán el canje de los rehenes estadounidenses en el Líbano por armas autorizadas por la Administración Reagan. Cooperación conocida como “Iran-contra” sellaba los intereses comunes de los tres Estados en su lucha contra el comunismo y contra Irak. En 1991 con la caída de la URSS, el inicio del fin de Irak, y la OTAN en el Golfo Pérsico, Israel cambia de alianzas: se acerca a Jordania y Egipto para luchar contra Irán.

Siglo V a.C. Ciro el Grande libera al pueblo judío del cautiverio en Babilonia y miles de ellos emigran a Irán, país que volverá a  acoger a cientos de judíos perseguidos por el Holocausto, entre ellos 871 niños polacos, que llevaban pasaportes iraníes expedidos por las embajadas persas.

1950. Irán es el primer país “musulmán” en reconocer a Israel, aunque luego por sus estrechos lazos con Reza Pahleví se convirtiera en el “amigo del dictador”. Será por este motivo que el gobierno de doctor Mosadegh -quien nacionalizó el petróleo-, suspendiera las relaciones con Tel Avive. La vuelta del Sha al poder en 1953, la arabización del problema palestino y la polarización del mundo, diseñan nuevas alianzas: los Estados no árabes de la región se aproximan a EEUU, conteniendo el avance del nacionalismo árabe encarnado en Abdel Nasser y apoyado por la URSS.

1979. Con la República Islámica, cerca de 70 mil judíos (de los casi 100 mil censados) abandonan Irán junto con otros cinco millones de sus compatriotas, aunque se mantiene la posibilidad de una “coexistencia pacífica” entre Irán e Israel. Prueba de ello, la propuesta del presidente Jatamí a Bush en 2003 que pedía garantías de seguridad para Irán a cambio de congelar su apoyo a los palestinos.
El antiisrailísmo de Ahmadineyad no procede de un antisemitismo. “La amenaza de Israel” para Irán tiene la misma función que “la amenaza de Irán” para Israel: cortina de humo para cubrir los graves problemas internos, y un pulso por la hegemonía regional.

Y escenario surrealista: Israel se une a los países musulmanes, incluido al Azerbaiyán chiita, frente al eje Irán-Armenia-Rusia.