Lenin in Palestinian

Público
Nazanín Armanian
En marzo de 1918, Lenin, jefe del recién instaurado estado socialista soviético, firmaba el humillante armisticio de Brest-Litovsk con los imperios alemán y otomano renunciando a parte de los territorios ocupados por los germanos, a cambio de sacar a su país de la Primera Guerra Mundial. “Si tuviera un ejército equiparable al de los alemanes, no lo haría”, respondió así a las duras criticas de la oposición y también de sus compañeros quienes le acusaron de traidor a la patria. Ponía así fin al sufrimiento de millones de personas exhaustas por una guerra imperialista, y salvaba la primera república socialista de la historia, a pesar del alto coste.
Aquel revolucionario y diplomático, el genial estratega, que adoptó una posición arriesgada y amarga, basándose en un análisis científico, estaba convencido de que los alemanes perderían la guerra y aquel pacto se convertía en papel mojado. Y así fue.
La contundente supremacía militar, política y diplomática de Israel por sí sólo no explica la no construcción de un Estado palestino, desde que la ONU en 1947 respaldara su instauración.

Hoy, con los nuevos asentamientos judíos, a los palestinos sólo les quedará

una décima parte del territorio que iba a albergar su Estado. Hace una década sus dirigentes pedían el desmantelamiento de las colonias construidas en los territorios ocupados, y ahora, sólo su congelación.
Marcar reivindicaciones maximalistas mientras se pierde lo poco que les queda, o esperar a que desparezca Israel por su supuesta “inviabilidad”, cuando es Palestina la que desaparece del mapa, sólo prolonga el sufrimiento de sus gentes.
Por fin, Mahmoud Abbas plantea declarar unilateralmente el Estado palestino, aunque incomprensiblemente, para ello, pide permiso a EEUU, subestimando el impresionante apoyo que recibirá por parte de cientos de millones de personas y gran parte de los gobiernos del mundo. El plan de Washington no es otro que convertir palestina en una provincia israelí.
Estamos ante una oportunidad histórica. Con la legalidad avalada por la resolución 181 de la ONU, con o sin el apoyo de las potencias, ¡que se proclame ya el Estado Palestino, aunque se tenga que izar su bandera en el único edificio en pie de sus tierras!