El 1 de noviembre es el Día Internacional sin Carne.
Escribí ésta columna para el diario Público:

 

Por “Menús libres de violencia”

Nazanín Armanian

Público

Ya saben que la ganadería industrial genera el 18% de los gases de efecto invernadero, incluso por encima del transporte. Pero, ¿sabían qué producir medio kilo de trigo requiere 30 litros de agua y uno de carne 2500? o ¿Que el 80% de los cereales y el 70%  de antibiótico que produce EEUU se destina al alimento de su ganado?

Lunes sin carne es una campaña apoyada por unos 30 países, que persigue varios objetivos: disminuir la contaminación que genera esta industria, proponiendo “platos sin carne”;  advertir que reduciendo el 10% de la producción cárnica, se podría alimentar con cereales a 60 millones de

personas. ¿Sabían que una parte del grano cultivado en el Sur –como el maní de África- termina en el estómago del ganado europeo? Y por último, hacernos ver la terrible tortura que sufren los 45.000 millones de animales que cada año son matados y destinados al consumo humano. Antes de que en el escalofriante matadero se ponga fin a su calvario, son explotados como máquinas, maltratados y mutilados por individuos que exhiben la mezquindad de una especie “superior” degenerado.

Leonardo Da Vinci definió a los humanos carnívoros “tumbas andantes”. Pitágoras, Platón o Sócrates, al igual que los hinduistas, budistas y zoroastrianos,  hicieron de la compasión con los animales, la esencia de sus  doctrinas.  Ninguna religión ha incluido carne en el comedor de su cielo. Y si es cierto que Jesús era judío esenio, tenía que ser vegetariano. Muchos hebreos practican a rajatabla el no matarás, y no comerás ni sangre ni carne muerta;  afirman que ésta nunca es kosher, ya que no se puede eliminar la sangre de los vasos pequeños. Los místicos del Islam también  se abstienen de comer cuerpo animal.

Cuentan que Rabi’a Basri, una sufí del siglo VIII, paseaba en compañía de animales cuando se encontró con un beato. De repente, éstos se echaron a correr. “Dime ¿Qué has comido?”, preguntó ella. “Carne asada”. ”¡Por eso huyen de ti!”.

Los animales son los seres más perseguidos y asesinados de la historia. Tener que argumentar que no son recursos, demuestra nuestra decadencia moral y nuestro fracaso en el diseño de una convivencia harmoniosa con el resto de animales del planeta.

 

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