Público

Nazanín Armanian

El presidente de EEUU es la imagen del triunfo. Cuando es derrotado, suele pasar sutilmente al campo ganador, mientras despista con su elocuencia a su audiencia. Así, abandona a los aliados sátrapas, y se pone a defender a sus víctimas por “«estar en el lado correcto de la historia». Así, también, renuncia al cierre de Guantánamo, mientras sus fans pasan por alto la falta de ética de su ídolo. Con Obama, ni las guerras parecen conflictos bélicos.

“Su doctrina” es una mezcla de la guerra preventiva de Bush, con la acción militar en defensa de los intereses vitales de los EEUU -avalada por la Doctrina Carter-,  envuelta en “valores universales”. El ataque a Libia, que coincide con el anuncio de su candidatura para las elecciones del 2011, es una muestra de su estrategia, aun con resultados inciertos.

Donde Obama no podrá disimular el fracaso es en Afganistán y en Irak. Los sucesos del 2 de abril en Mazar Sharif fueron surrealistas. Varios empleados de la ONU y decenas de afganos murieron durante las protestas contra la quema del Corán por el reverendo estadounidense Terry Jones, sucedido el 20 de marzo. Quizá Jones sólo quería  poner a prueba la musulmaniedad de Husein Obama. La noticia, desde un gesto calculado, les llegó a los afganos semanas después, de su presidente Hamid Karzai, que así canalizaba el malestar por su nefasta gestión política hacia EEUU, y atizaba el fuego de la ira de la población contra los americanos, ahora que planean devolver el poder a los talibanes.

Molesto por la jugada del cura y de Karzai, Obama puede desbancar la idea de transferir en verano la seguridad a los afganos.

En Irak, una macro manifestación convocada por Al Sadar, clérigo integrista y próximo a Irán, desafiaba la solicitud de Washington al gobierno de Maliki de extender la estancia de sus tropas, más allá del fin del 2011, fecha acordada para el repliegue. El asalto a los refugiados muyahidines, grupo islamista iraní y aliado ocasional de EEUU, que dejó decenas de muertos y heridos, fue también un golpe de efecto de Irán en un Irak “democrático y libre” que agoniza.

Obama, con o sin doctrina, no querrá quedarse con el sambenito del presidente que perdió Irak y Afganistán.

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