Nazanin Armanian
Publico.es
Cuando el día 4 de agosto John Kerry propuso a Robert Ford como el nuevo embajador de EEUU en Egipto, las redes sociales árabes se inundaron del hashtag #NoToRobertFord en Inglés y en árabe. Lo más bonito que le llamaron fue “el nuevo patrocinador del terrorismo en Egipto”, “siniestro” o Shayatin (demonio), por crear en Irak en 2004 y junto con John Negroponte los Escuadrones de Muerte iraquíes. Tras cumplir con su misión de convertir el país en un montón de escombros, se fue a Siria como embajador para hacer lo mismo: justo en enero de 2011, cuando tomó la posición de su cargo, empezaron los atentados y las protestas violentas contra el Gobierno de Assad. Los egipcios temen que EEUU quiera aplicar la misma receta del uso del terror como bandera falsa para incitar una guerra civil.
Ford sustituye a Anne Patreson, de quien los egipcios anti-Hermanos Husulmanes (HM) pedían la cabeza por su apoyo a los islamistas. Fracasa así la “Estrategia de las tijeras” (“Scissors Strategy”) de Barack Obama y la ingeniería de cohabitación entre los HM y el ejército. Gana la opción republicana de quienes desde la caída de Mubarak pedían la entrega del poder al ejército, arrinconando a los HM. El senador McCain viajó a El Cairo dos veces –antes y después del golpe de estado-, para encontrarse con los generales, mientras el presidente Obama enviaba al vicesecretario de Estado, William Burns, quien visitó a los dirigentes encarcelador de la Hermandad. Washington tampoco se fía del ejército, a pesar de que su mando esté bajo el control del Pentágono. Pues gran parte de los 1.300 millones de dólares que destina al ejercito van al bolsillo de las propias fábricas de armas de EEUU. Cantidad ridícula frente a los 12.000 millones de dólares que van a recibir de Arabia Saudí y Emiratos Árabes por su lucha contra los HM. De modo que entretener a los militares en una guerra…
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