Nazanin Amanian

Publico.es

Salvo personajes como Donald Trump, ningún jefe de estado implicado en una invasión militar a otras naciones suele relacionarla con un interés material: ¿matar a cerca de dos millones de niños, jóvenes y ancianos iraquíes por ocupar su estratégico país y llevarse su petróleo? Sí, con la condición de hacerla bajo una bandera humanitaria: Salvar a “las mujeres afganas”, a las “niñas secuestradas nigerianas”, o a la “civilización de la barbarie del terrorismo islámico”, etc. ¿Pueden tener intenciones altruistas los fabricantes de juguetes-bomba, o la banca que desahucia a los ancianos por el impago de una letra?

La propaganda ha conseguido incluso engañar a un sector de izquierda occidental y arrástrale a defender el bombardeo de un país y matar y destrozar la vida de miles de civiles por una causa supuestamente suprema. La OTAN, que es como un martillo a la que todo le parece un clavo, en su “Nuevo Concepto Estratégico” se otorga la autorización de agredir a un país incluso por el cambio climático, la sequía, el terremoto: en el sismo que sacudió a Haití en 2010 y mató a 316 000 personas y dejó a 1,5 millones de personas sin hogar, EEUU tras impedir el uso del aeropuerto por las ONG, envió 4000 soldados al país, no para salvar vidas sino para instalar una base militar justo en frente de Cuba.

  1. La OTAN no tiene razón de ser….

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