Nazanin Armanian

Publico.es

 

La reunión de los ministros de los países que pertenecen a la Organización los Países Exportadores del Petróleo (OPEP), con su homólogo ruso en Argelia el septiembre pasado, tuvo tres resultados históricos:

Puso fin a la caída política del precio del petróleo de Brent, que se situó en los 27 dólares en el inicio del año -casi un 60% menos que en enero del 2014-, alcanzando hoy los 52 dólares. Todo esto a pesar de que aún no se ha producido la congelación (que no la reducción) de la producción, principal medida propuesta para estimular los precios. En subida influyeron también otros factores como el huracán Hermine, que afectó a la producción o el incremento de la demanda, pero ninguno ha sido tan determinante como el acercamiento sin precedentes de Rusia a la OPEP y su impacto psicológico en los mercados asegurando su estabilidad.

Rescató a la OPEP de una desintegración anunciada. Las profundas discrepancias entre sus dos principales miembros, Arabia Saudí e Irán, sobre los asuntos de la región habían paralizado la organización. Y a Rusia no le interesa un desorden en el mercado.

Anunció la creación de ROPEP, colocando la letra ‘R’ de Rusia -el mayor productor y exportador del petróleo el mundo-, por delante de las siglas de la OPEP. Esta organización está compuesta por 14 estados y tiene una producción de 33,6 millones de barriles de petróleo por día (bpd) en el septiembre pasado. La incorporación de Rusia al cartel cambiará el mapa energético del mundo: juntos representan hasta el 73% de las reservas mundiales de petróleo. A la ROPEP pueden unirse otros exportadores que no sean socios de la OPEP. Queda por determinar un asunto vital: ¿en qué moneda venderá su petróleo la ROPEP?

Irán, que en 1974 llegó a producir 6 millones de bpd, hoy sólo bombea 2,8 millones. Teherán rechaza la exigencia de Riad de no volver a los niveles previos a las sanciones, mientras ellos mismos, en esta despiadada petroguerra, y a pesar de que los compradores ya no saben dónde almacenar el petróleo comprado a precios ridículos, empezaron a enviar en el mes de julio otros 30.100 bpd al mercado, alcanzando la cifra de 10,67 millones de bpd.

Mientras los precios del oro negro aumentan lentamente, en los próximos meses se sabrá si hay recorte de producción, quienes lo harán, cuándo, y por cuánto tiempo. El acuerdo, aun así, no deja de ser frágil por numerosos variables que actúan de forma autónoma en este escenario, y se hallan fuera del control de la OPEP.

Queda por ver en qué lugar queda EEUU, el tercer productor mundial de petróleo y el único con capacidad de liderar el “bazar” del combustible fósil.

¿Sobornar a Moscú?

El tiempo dirá si la cooperación repentina entre Riad y Moscú en Esta materia tiene algo que ver con sus negociaciones sobre el futuro de Siria, el aliado estratégico de Irán en la región.  El secreto del acuerdo está en que la congelación de la producción perjudica  principalmente a Irán que se esfuerza por recuperar su cuota de mercado. Arabia Saudí no oculta que está aprovechando la rivalidad entre Rusia e Irán por el mercado de gas.

Según el diario ruso de Pravda, EEUU y sus socios árabes, a través del Comité Supremo para las Negociaciones en Siria, han ofrecido a Moscú unos suculentos contratos económicos en una amplia gama de materias con las petromonarquías del Golfo Pérsico. Además, coordinan juntos los precios del petróleo, que le otorgarían más influencia en la zona de la que tuvo la URSS. A esta oferta, que pretende agrietar la asociación estratégica ruso-iraní, se añade la firma del acuerdo de cooperación militar rusa con Bahréin y Qatar, bases militares de EEUU. El precio de tanta generosidad es forzar la salida inmediata de Bashar al Asad del poder. El “problema”, como insinúa el rotativo, es que Moscú no se fía: ¿Y si luego no cumplen su promesa? La oferta es realmente tentativa. Que Kremlin siga insistiendo en que el presidente sirio debe participar en la vida política del país “hasta que el pueblo decida”, mientras las negociaciones sobre Siria se celebran a puerta cerrada entre EEUU y Rusia, es simplemente guardar las formas.

Si Moscú, por las buenas, no pone fin al apoyo al presidente sirio, Riad y Washington amenazan con una invasión terrestre a Siria con consecuencias imprevisibles, también para Rusia. De hecho, se espera que el asalto de la coalición a la ciudad iraquí de Mosul se extienda a la ciudad siria de Raqqah, dando otro paso hacia la desintegración a ambos Estados. ¿Jugará Vladimir Putin a la ruleta rusa?