Nazanin Armanian
Publico.es
Sorprende la imagen sesgada que los medios de comunicación de masas occidentales están ofreciendo sobre el expresidente israelí Shimon Peres, fallecido el 28 de septiembre, a quien muestran como un gran referente de paz.
El historial de Peres durante sus setenta años al servicio del colonialismo y el apartheid empieza en 1947-49 con su activa participación en la limpieza étnica de Nakba, en la que miles de palestinos fueron asesinados, decenas de miles fueron forzados a abandonar sus hogares, mientras sus tierras eran destruidas y ocupadas por las fuerzas sionistas. Años después, y bajo la justificación del “desarrollo natural del pueblo judío”, el político israelí siguió llevando a cabo el proyecto de la Gran Jerusalén, mientras anexionaba el 58% de los territorios de Cisjordania a Israel.
Desde el Ministerio de Defensa, entre los años 1953 y 1965, Peres, que reiteraba que Israel no sería el primer país de la región en poseer la bomba atómica, fue quien buscó esta arma de destrucción masiva con el apoyo de Francia para conseguir una superioridad militar (en un mundo parecido a la jungla, donde reina la ley del más fuerte), que le ha servido para imponerse a todos y cada uno de las naciones de la zona.
Fue Peres quien en 1986 autorizó al Mosad el secuestro del técnico nuclear israelí Mordechai Vanunu, por revelar lo que era el secreto a voces. En Roma, la agente Cindy sedujo al científico y una vez en un hotel le durmió con una inyección para luego enviarlo a Israel (¿Colaboró la policía italiana en esta operación?). Fue condenado a 18 años de cárcel.
Las cerca de 200 bombas nucleares israelíes que hoy apuntan a Irán, le han servido a Israel para rechazar todas las propuestas de paz con los árabes, ir ocupando las tierras de los vecinos, y mantener a raya a las potencias regionales.
Respaldado por el arsenal de armas más mortíferas de la región y el apoyo del Occidente, Shimon Peres organizó el 18 de abril del 1996 la operación Uvas de la Ira al Líbano bombardeando Beirut bajo el pretexto de castigar a Hizbolá, aunque en realidad pretendía sacar el pecho en las elecciones generales del 29 Mayo. Perdió a favor de Netanyahu, aunque dejó 154 civiles muertos, cientos de heridos, y miles de desplazados. En el nombre de Yahvé, se mandaba a exterminar a los Untermensch. Sólo se le ocurrió decir que tenía “la conciencia tranquila”. Hoy, el ministro de Salud libanés, Wael Abou Faour le desea lo peor a su llegada a la otra vida al llamarle carnicero.
Tampoco tuvo remordimiento de conciencia cuando lanzó las operaciones de Plomo Fundido (2009) y Pilar de Defensa (2012) contra la Franja de Gaza que dejaron miles de muertos y heridos. No debe sorprender que la élite militarista israelí haya establecido alianzas con grupos como Al Qaeda para preservar sus intereses. La destrucción de los tres destacados estados árabes, -Iraq, Libia y Siria-, y convertirlos en estados fallidos, están al servicio de la creación del Gran Israel. De hecho, el principal motivo de la guerra contra Siria es desmantelar el Eje de Resistencia contra Israel.
Detrás del Premio Nobel
Dos años antes de que en 1993 Simon Peres y Yaser Arafat compartieran el premio Nobel de la Paz, Iraq era aplastado en la Guerra del Golfo Pérsico bajo toneladas de bombas de una coalición militar liderada por EEUU. Años atrás, Arafat había depositado su ilusión en la República Islámica de Irán al distanciarse de ayatolá Jomeini –quien prefería a Hezbolá y Amal antes que a una OLP laica-. Asimismo, tenía la esperanza de que Husein se convirtiera en el contrapeso de Israel en la región, por lo que defendió a Iraq en la contienda. Al perder Saddam la guerra, Israel no perdonó este error de cálculo.
Lo mismo que las petromonarquías del Golfo Pérsico, enemigos de Iraq: le cortaron las ayudas económicas, dejándo a la OLP aislada y pobre (mientras inyectaban millones de dólares a los islamistas palestinos), y expulsaron a miles de trabajadores palestinos de sus países. Israel ahogó la primera Intifada en su propia sangre e ignoró la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 21 de diciembre, que proponía la celebración de una conferencia de paz.
Arafat se vio más obligado que nunca a entregar mayores concesiones y aceptar los Acuerdos de Oslo, tragando incluso el proyecto israelí de cantonalizar Cisjordania. “Israel no habría llegado a los acuerdos de Oslo sin su potencial atómico”, dijo Peres, quien a punta de ‘pistola atómica’ sometió a los palestinos, sin dejar de banalizar el Holocausto que supuestamente iba a cometer Irán contra los judíos, con sus inexistentes armas nucleares: exigía a Barack Obama intensificar el embargo sobre Irán, que impedía hasta el envío de medicamentos para los enfermos de cáncer.
Pero, ¿cómo es posible que los palestinos, teniendo poderosos hermanos árabes como los saudíes y 1200 millones de correligionarios musulmanes, no hayan podido conseguir sus objetivos de instaurar su propio Estado? ¿Se ríen de la pseudo doctrina de Choque de civilizaciones de Samuel Huntington? Los palestinos tendrían que leer a Lenin: cómo levantó el Estado socialista soviético en medio de la Primera Guerra Mundial y en un país ocupado por Alemania. Palestina se quedó sin líder cuando Israel mató a Arafat, como confiesa Peres en una entrevista a The New York Times, afirmando que él no lo hubiera hecho. “Peres stated he had “protected Arafat from several plots against his life” , dijo.
La normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí o Qatar no está dirigida a poner fin al sufrimiento palestino ni suavizar la agonía de dos millones de gazatíes por el bloqueo israelí. ¡Se han unido contra Irán! Lo escenificaron el israelí Dore Gold y el saudí Anwar Eshki en junio del 2015 en Washington. ¡Cómo se tiraría de los pelos Huntington!
También fue bajo su Presidencia en 2010 cuando nueve personas solidarias con Gaza que viajaban en el barco turco Mavi Marmara fueron asesinadas en un asalto de los militares israelíes. La solidaridad internacional no conoce miedo: mientras el barco de ‘mujeres rumbo a Gaza’ se acerca a Palestina, Peres abandona Israel para siempre.
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